sábado, 7 de septiembre de 2019

DERRIBANDO MITOS 

Y APRENDIENDO EN EL INTENTO




¿Qué evalúo? pregunta clave disparado inicial de éste módulo que acarrea consigo un sin número de respuestas concatenadas y me llevan hacia una profunda reflexión: ¿cómo evalúo? y por supuesto ¿cómo debería evaluar?
Durante éste camino he empezado sobre todo derribando mitos sobre la evaluación: "escrita, final, rígida y sumativa".
¿Porqué debe ser escrita si por medio de las Tic puedo ver más allá de los contenidos que deben alcanzar los alumnos? Puedo ver las competencias y habilidades que poseen, que van adquiriendo y que alcanzan finalmente con el instrumento propuesto para desarrollar la tarea. Puedo observar además de los contenidos, el proceso:  como el alumno participa en grupo, como expresa sus ganas de aprender, lo que ya sabe, lo que comparte, lo que se apropia. 
Entonces nos convertimos en detectives en nuestra propia clase buscando las "evidencias de aprendizaje" por medio de diferentes instrumentos... pero primero debemos visualizar hacia donde queremos ir (los resultados que queremos lograr) y después establecer los criterios de evaluación (las características que deben estar presentes en la producción final).
¿Y cómo deben ser esos criterios? Transparentes, públicos y compartidos. ¿Porqué? Porque de lo contrario llevamos a nuestros alumnos a una situación siniestra al momento de ser evaluados... cómo quien transita con los ojos vendados por el sendero de un laberinto tenebroso y desconocido, a tientas... con miedo. ¿Porqué no darle un mapa al alumno?¿Porqué no quitarle la venda de los ojos? ¿Porqué no tomarle la mano y alentarlo si es cuando más nos necesita? ¿Porqué con "mostrarle" o diseñar junto a ellos una rúbrica? ¿Porqué no jugar con ellos mientras son evaluados? (Eso me lo enseñó la experiencia con Kahoot). Y finalmente ¿porqué no "charlar" con ellos al concluir el proceso con una buena retroalimentación?. 
Debemos entender que la evaluación es una etapa más dentro del proceso de aprendizaje y no un premio o castigo final que se presenta como un rótulo o vestimenta que se coloca al alumno."Soy un siete" decía acertadamente Sofía Camussi y yo sentí un escalofrío... ¿Y yo que soy?
¡Que miedo! y lo peor de todo es que nosotros los docentes les ponemos a nuestros alumnos ese traje de siete, de ocho y lo peor... de cero igual a "no-esperamos-nada-más-de-vos" ... "siempre vas a ser un siete, siempre vas a llevar éste apodo".
Y así ese  traje riguroso te marca, te duele... porque una vez que se coloca no se puede sacar fácilmente...  Entonces cada "prueba" (¡que palabra tan fea!) destruye poco a poco al alumno "tu" alumno, una persona igual que vos, que tus hijos, que tus seres queridos y lo obligás a pensar como un siete por mucho tiempo sino es para siempre.
¿Terrible cierto?
Poner tanto poder en manos del profesor que mancha con tinta roja más que una hoja de papel... mata la autosuperación, el autoestima y las esperanzas de quién solo estaba en nuestra clase por casualidad o porque quería aprender.
Etiquetamos a nuestros estudiantes cuando solo vemos el producto final sin ver el camino por el que transitaron, cuando evaluamos solo los contenidos sin atender  las competencias que han desarrollado y apropiado y que por ello pueden aplicar en otras áreas de su profesión, de su vida entera. Por ejemplo respetar una opinión de un compañero en un trabajo grupal es el reflejo de respetar mañana a cualquier persona que se presente en su vida diaria, sea un jefe, un cliente o su propia madre.
¿Y quién dice que solo el profesor puede portar ese eminente poder de evaluar? ¿Acaso no conocía la autoevaluación, la coevaluación y la heteroevaluación? ¿Acaso al momento de evaluar nosotros mismos no estamos siendo evaluados por nuestros alumnos?
Nuestra forma de evaluar dice mucho de nosotros mismos... es por ello que es imperativo que hagamos el cambio tomando como punto de partida nuestra propia práctica docente. Que perdamos el miedo a saber menos que nuestros alumnos. Que aceptemos que cada clase es una oportunidad hacia nosotros mismos de aprender un poco más. Que el proceso de enseñar y aprender es una relación dinámica que implica un feedback  entre docente y estudiante. Así habría menos discursos de profesores "sabelotodo" en nuestras aulas y más tutores que acompañan y guían a nuestros alumnos para que todos lleguen a su propio ropero y decidan que traje se quieren poner... un siete... ¡no! yo solo quiero quiero aprender... saber un poco más  y esa ropa no tiene una marca determinada ni un diseño prefijado porque cada uno lleva su propia vestimenta, todos distintos, algunos muy locos, pero todos felices.







No hay comentarios:

Publicar un comentario